jueves, 13 de marzo de 2008

La Biblia

Queridos Hermanos


aprovechando que llega la Semana Santa, La Junta de Andalucía está haciendo una traducción de la biblia al andaluz. Yo, que tengo amigos hasta en el infierno, he conseguido el borrador del génesis.


Ar prinsipio to era oscuriá, y Dio, Nuestro Señó, creó la lú. Asín le queó to enfocao, pero no había casi de ná, y era aburrío. Entonse, Dió se rascó la cabesa, y se dijo: ”¡Joé qué muermo! Ví a creá argo má grasioso”. Y hiso las planta vegetale, y los yerbajo. Pero entoavía era soso er mundo, y Dió se jartaba de eshar siesta. Porque Dio aún saburría. “¡Yastá!, pa no aburrime”, pensó, “haré lo animale, pa que se meneen un poquiyo, y me den argo de chou espestacular”. Y hiso lo bishos. Le salieron de tó los tamaño y colore, pelúos, plumaos, carvos, con pata y sin pata, con diente y sin diente, manso y cabrone, y de tó asín en generá. Aluego, pasó que Dió, Nuetro Señó, no sabía cómo repartirlos pol planeta, que era entonse un paraíso terrená bastante apañao, y desidió tiralos a tos ar mar oseánico. A los que nadaron, los llamó pescaos y setáceos. A los que se cagaron de mieo y se liaron a nadar como locos hasta la orilla, los llamó animale terrestre purmonare. A los que se salieron der agua volando y se escondieron en lo árbole, los llamó pájaro volaore. Y a los que se ajogaron, los llamó cadávere. Pero aún asín, Dio, el supremo creadó der universo, se seguía aburriendo. Y por eso, hiso ar hombre. Er hombre estaba solo, y se mataba a pajillas: se refrotaba en los arbole, como un oso, y le salían ronshas ener nabo genitá. Fué asín que el hombre le pidió a Dió que le hasiera una pareja como lo demás bisho, que estaban tós ennoviaos, meno él. Dió se compadesió, y le arrancó de cuajo una costilla. Adán, que ansí se llamaba er tío, se retorsió como un sarmiento. Y si no lo creéi, probá de arrancarse una costilla, y veréi. Y con la costilla del Adán, Dio le fabricó una hembra, que se llamó Evarista, pero, familiarmente, la yamaban Eva, pa que fuera má corto. Adán y Eva se jartaban de foyá. Pero como tó lo repetío cansa, el Adán, ar cabo de do año, ya se liaba con toas las mona y las oveja y las marrana del paraíso.
Por lo cuar, la Eva, mu enfadá, le pidió la separasión. Como no estaban casaos, no se pudieron desepará, y siguieron a lo suyo. Pero ar cabo der tiempo, el Dió topoderoso, se vorvió aburrí, y se le ocurrió que, pa que no fuera tó tan fásil ener paraíso, se tenía que inventá argo pa darle emosión. Entonse, se sacó una ley que desía: “to lo cay ener paraíso, se pué comé, meno la serpiente”. Yestando un día la Eva y el Adán tocándose los guebo, como siempre, debajo de una higuera, aparesío por entre las rama una serpiente gorda, maja y hermosa, que venía a ofreserle una mansana cojonua, golden, pa que la probaran. El Adán y la Eva, que vieron aquello de una serpeinte con una mansana en la boca, le atisaron un peñaso, y se la hisieron al horno. Dió, nuestro Señó, se dio cuenta de que le habían desobedesío y, antonse, mandó un angelote antidisturbio, con porra de fuego y casco de pluma, pa que lo espursara der paraíso terrená, y se fueran a tomar por culo.
Yahí sacabó la güena vida. La que hay ahora, ya la conoséi ustede. Y no me quiero poné de pesao, pero asín fue la cosa, y, por eso, nos va como nos va, tenemo que trabahá.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Aayy! Malaje. Y yo de mientra tomándome un cocacola y eshando una partía de dominó. Ahí va la blanca pito.

Paula dijo...

jejeje, está muy bien. Aunque lo de trabajar no tanto. Besos

m montijo dijo...

ta quedao mu bien